La colaboración global entre las empresas es una necesidad de primer orden. Pero, ¿estamos realmente capacitados para trabajar con personas con diferentes formas de pensamiento o comunicación?
Las empresas se enfrentan a un enorme desafío a la hora de compatibilizar culturas, distancias y alinear los diferentes equipos con el objetivo global de la empresa. Para ello, deben tener en cuenta determinados factores que harán posible que la colaboración global entre las mismas se produzca de manera exitosa.
En primer lugar, resulta clave comprender la cultura de los diferentes actores en juego. Si no se trabajan de la manera adecuada, las diferencias culturales con personas de otros países podrían dar lugar a situaciones incómodas en las que se generen ciertos malentendidos. Para comprender las diferencias existentes entre culturas, las empresas deben cultivar su inteligencia cultural, es decir, deben analizar y comprender la manera de interactuar de aquellos con quienes colaboran o negocian y detectar en qué aspectos distan de las formas de interactuar propias. Para ello, la observación y la adaptación de comportamientos a las diferentes culturas resulta primordial.
Otro factor clave en las colaboraciones globales es la confianza. Cuando nos sentimos confiados, nos desenvolvemos mejor ante determinadas situaciones, solventamos los problemas con mayor facilidad y somos capaces de enfocarnos en objetivos comunes como equipo dando lugar a una diversidad enriquecedora.
Sin embargo, forjar una confianza sólida no es tarea fácil. El trato cercano resulta de alta importancia para establecer la confianza. De hecho, en el último año las empresas han tenido que adaptarse y poner en manos de la tecnología las relaciones entre las personas de diferentes equipos ya que las reuniones y encuentros presenciales se han visto limitados. Además del trato cercano y personal, el hecho de establecer unos objetivos compartidos entre los diferentes participantes hace que se fomente la confianza entre los mismos.
El éxito de las colaboraciones globales también pasa por superar las barreras lingüísticas. En muchas ocasiones, el lenguaje actúa como barrera a la hora de establecer relaciones entre los colaboradores globales. Por ello, resulta fundamental apostar por una comunicación inclusiva en la que los participantes se comuniquen en un mismo idioma de manera cómoda y se sientan libres para contribuir en la generación de ideas y en la toma de decisiones.
Como venimos comentando, el distanciamiento físico puede suponer numerosos desafíos que debemos afrontar para fomentar la colaboración entre las empresas. Las diferencias horarias, las dificultades de comunicación y la falta de conocimiento acerca de como se hacen negocio en las distintas ubicaciones de los participantes ponen de manifiesto un problema al que las empresas deben hacer frente. En cuanto a la diferencia horaria, la solución puede radicar en tratar de agendar las reuniones en un horario en el que todos los participantes salgan beneficiados.
Si atendemos a las dificultades de comunicación, la tecnología es el medio que nos permite conectarnos con otras personas a pesar de estar ubicados en puntos opuestos del planeta. Sin embargo, la tecnología en ocasiones plantea determinadas limitaciones que impiden que estas relaciones y comunicaciones se lleven a cabo de manera exitosa. La solución a estas limitaciones podría ser la creación de un espacio de trabajo común y compartido al que los participantes puedan acceder y poner en común sus propuestas, decisiones y objeciones.
Por último, la no familiarización con la forma de trabajar y hacer negocios en determinadas culturas supone una limitación a la colaboración global. Resultaría interesante establecer una serie de reglas a la hora de transmitir información y compartir conocimientos y que las mismas sean comprendidas y compartidas por todos los miembros de los diferentes equipos de trabajo. Además, la comunicación informal juega un papel clave en este sentido ya que permite crear relaciones espontáneas entre equipos que fomentan la confianza entre los mismos.
Las colaboraciones globales entre empresas pueden ser muy enriquecedoras si son gestionadas correctamente. Sin embargo, en caso de no serlo, pueden convertirse en un arma de doble filo a través del cual se generen malentendidos y situaciones incómodas. Por ello, debemos establecer unos códigos de conducta comunes y aceptados por todos los participantes basados en la confianza, la comunicación libre y el respeto ya que es la única forma de que las colaboraciones globales se desarrollen de forma fructífera y beneficiosa para todas las partes.